Del timonel y el barco…

Carlos E Cañar

Por: CARLOS E.CAÑAR SARRIA   –

carlosecanar@hotmail.com   –

                 En un escrito que publicamos hace varios años, titulado: “El arte de gobernar”, entre otras cosas señalamos que,  la dirección de los barcos, como la del Estado  exigen un dominio de conocimientos y destrezas, por lo tanto, el poder para que sea exitoso, no puede proceder sólo de  coyunturas,  la improvisación y  la irresponsabilidad.

                Que quien asuma  con responsabilidad  las riendas del Estado y del poder,  al igual que el timonel del barco, debe tener un horizonte, saber  para dónde quiere ir, conocer muy bien la tripulación, dónde se encuentra el timón y en qué parte de la caña debe colocar su mano.

               Conocer cuál es su propia ubicación con respecto a todo lo que hay en el barco y lo que le corresponde hacer  para no perder el control. Cuando el timonel pierde el control, pierde la legitimidad, que es la peor crisis que pueda tener un gobernante.

               Un gobernante eficiente debe saber dónde se encuentra su barco, de qué clase de barco se trata y dónde está navegando. Conocer el medio ambiente propicio: arrecifes, bancos de arena, aguas bajas, corrientes y canales de navegación…

               Debe existir correspondencia entre el timonel y el barco. En algunas ocasiones hay barco pero no timonel y en otras, hay timonel pero no hay barco. Dos clásicos de la ciencia política, Platón y Aristóteles ilustran muy bien el asunto.

               Cualquiera que dirija los asuntos de un país debe conocer la  historia, la idiosincrasia de su pueblo, sus expectativas, esperanzas, frustraciones e imaginarios, las debilidades y fortalezas.  Saber  sortear las dificultades y oportunidades y prever   los  resultados. Conocer  de antemano  lo que el ordenamiento jurídico, los partidos y los movimientos sociales y políticos le aceptarán.

               Manejar  unas relaciones internacionales que  permita posicionar al país que representa,  en un lugar privilegiado. No debe improvisar,  pero sí   estar presto frente a las eventualidades y adversidades, para  asumir  las decisiones más racionales, oportunas  y  convenientes en tiempos  difíciles.

               Prudencia en las palabras, decisiones y acciones para no tener de qué arrepentirse. Hablar lo necesario en el momento indicado.

               Quien  conoce su barco,  despeja obstáculos para lograr cosas buenas y novedosas en provecho de su pueblo y para bien de  sí mismo,  pues la felicidad de su pueblo es su propia felicidad.

              Construye y   evita  recurrir  al pasado en    busca de  “chivos expiatorios” para justificar sus propios fracasos o imposibilidades. 

               Un  gobernante eficiente y eficaz jerarquiza prioridades, para convertir la política en el arte de lo posible, tal como la entendieron los estadistas del siglo XIX. No navega en el mar de lo superfluo.  Le caracteriza la capacidad para aprender, es crítico y autocrítico. Aprende de sus propios fracasos y de  las experiencias buenas o malas  de los demás gobernantes.                 Corrige acciones y errores, lo cual tiene sus costos. En política con frecuencia resulta caro  y doloroso cambiar los antiguos hábitos. Pero se debe estar preparado para los cambios y sacrificios necesarios. Para decir la verdad, en política como en muchas otras cosas, no hay nada gratis.

               Todo lo anterior debiera entender el presidente Duque, que las encuestas lo tienen en un bajo índice de popularidad, cercana al 30%. En un paro nacional que se prolonga varios días y en donde la protesta social es cada vez más contundente. Debe hacer los cambios y ajustes necesarios en momentos de crisis. Debe saberse rodear; en su equipo de gobierno persisten personajes que resultan incómodos al país y que son objeto de la opinión pública.        No dialogar queriendo demostrar voluntad política para atender la crisis, mientras en el Congreso se siguen tramitando medidas antipopulares, motivo de las protestas.

               Dejar los chivos expiatorios: que Santos, que Maduro, que Petro, que un complot internacional, etc., como forma de escudar sus propias imposibilidades.

               Recurrir a la prudencia como virtud en la política. Duque, de  fluidez verbal pero con facilidad de equivocarse, de ahí el hecho de ser objeto de memes y caricaturas.

               Los momentos de crisis, en realidad son buenas oportunidades que no puede desaprovechar un verdadero estadista.

               Existe un despertar de la sociedad civil en Colombia que podría canalizarse positivamente. El inconformismo social cunde por todo lado es necesario atender positivamente las reclamaciones legítimas de la población. La gente reclama derechos a una vida en condiciones de dignidad, como los derechos sociales y económicos, que de ser vigentes, combatirán la miseria y la pobreza.

              El problema de las tragedias de Colombia, no sólo está en el Ejecutivo. El Congreso debe dejar de ser renuente a auto depurarse. Se mantiene en deuda con el país. Legislando contra un pueblo que lo llevó al poder. Se espera que haga y respalde  leyes buenas y útiles a la sociedad, para que deje de producir asco. En un Estado de Derecho la universalidad de la ley es un imperativo categórico.

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