Necesitamos a Robin Hood

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Por: Juan Carlos López Castrillón –

Robin Hood le quitaba a los ricos para darle a los pobres. En nuestro sistema de seguridad social es a la inversa, y si no hacemos algo rápidamente, una bomba social estallará en este país, como iba a pasar en los bosques de Sherwood en la Inglaterra medieval.
De verdad, en la actual estructura de financiación del régimen pensional en Colombia son los pobres y la clase media los que financian a los ricos, lo cual afecta no sólo a quienes viven o se aproximan a la tercera edad, si no que incide directamente en toda la población, así usted no se dé cuenta.

Esta afirmación es una de las conclusiones del informe de la “Comisión del Gasto y de la Inversión Pública” presentada en diciembre pasado, después de haber revisado los programas de subsidios y asistencia en la búsqueda de lograr una mayor equidad social en este país.
Para ilustrar lo anterior vale la pena recordar que el 25% de los impuestos que pagamos los colombianos al gobierno nacional se destinan a financiar los faltantes de las pensiones, y que actualmente solo una de cada cuatro personas mayor de 65 años tiene jubilación, pero la tendencia es a convertirse en una de cada seis en el año 2050. ¿Se imagina usted el drama que ello significará en relación al aumento de la pobreza de los adultos mayores?

Pero lo más complicado es que el 86% de los subsidios pensionales se dirigen al 20% más rico de la población, con lo cual los factores de desigualdad tienden a ampliarse y se ahonda la crisis del hueco fiscal que tiene este sistema; porque entre más alta sea la pensión más alto es el subsidio que se le otorga, y este se alimenta de los impuestos que pagan los más pobres.
Aquí pasa, con alguna diferencia, lo que acontecía en tiempos de Ricardo Corazón de León, cuando la guardia cobraba los impuestos para sostener los privilegios del monarca, ¡hasta que llegó Robin!

Ahora, déjenme señalar otra solicitud de la mencionada “Comisión del Gasto”: ampliar la cobertura del Programa Colombia Mayor. Lo recomiendan por el impacto positivo que ha tenido la entrega de estos subsidios sobre la reducción de la pobreza y el bajo costo que tiene frente al inmenso beneficio que significa favorecer a más de un millón y medio de adultos mayores pobres y desprotegidos.

Conclusión, se requiere en forma urgente una gran reforma a la protección de la vejez en Colombia.

Pero mientras se llega a ello, que no va a ser fácil, puesto que implica afectar a quienes tienen hoy los privilegios de los regímenes especiales de jubilación, con todas sus nefastas ventajas (recuerden el carrusel de las pensiones), se debe por lo menos reforzar la tesis de gravar con un impuesto importante a quienes tienen pensiones altas (de más de diez salarios mínimos), que no son más de cuarenta mil personas, para que con ese dinero se financie al millón de adultos mayores que deben estar dentro del subsidio del Programa Colombia Mayor, y que por falta de fuente de financiación no ha sido posible incorporar.

Mejor dicho, es una forma elegante – y no tan perjudicial – de recuperar parte del dinero que los que menos tienen le han dado a los que más tienen, para que con esos recursos se pueda ayudar a las personas de la tercera edad más pobres.

Como sé que este tema es complicado, creo entonces que vamos a necesitar a un Robin Hood para que abandere esta urgente reforma que garantice la protección a los adultos mayores más vulnerables.

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