¿Periodismo en crisis?

Carlos E Cañar

Por: CARLOS E. CAÑAR SARRIA   –

carlosecanar@hotmail.com       –

La verdad, la imparcialidad y la objetividad son baluartes de un periodismo serio y responsable. Cuando un medio, un periodista, un comunicador social enajenan estas virtudes, el oficio pierde su razón de ser.

En Colombia es común la enajenación de los principios rectores de un buen periodismo. Se produce y reproduce un periodismo amañado al son de los intereses de políticos, sectores económicos privilegiados, gremios e instituciones, sin tener en cuenta el interés público.

Para casi nadie es un secreto que en nuestro país se viene ejerciendo-con excepciones, desde luego-un periodismo viciado, carente de ética, amañado y pervertido.

No hay ética ni escrúpulos. El periodismo se convierte en un asunto de bolsillo y no de principios y convicciones.

La difamación, el engaño, la mentira son el pan de cada día. Lo bueno del asunto, es que de todo esto ya se está haciendo consciente la población, así se la pretenda mantener, entretenida y engañada.

Hay una queja generalizada en el sentido de que las principales empresas periodísticas se ajustan a los intereses de los poderosos, perdiendo la objetividad e imparcialidad y haciendo notable daño a nuestra diezmada democracia.

En las pasadas elecciones presidenciales, por ejemplo, la mentira fue un arma contundente de desinformación y engaño. Que nos íbamos a convertir en otra Venezuela, que la propiedad privada iba ser confiscada, que las iglesias iban a ser cerradas, que no más los subsidios de Familias en Acción, etc. en fin, mentiras que el mal llamado constituyente primario se tragó sin siquiera ponerles duda, actitud fruto de nuestra falta de cultura política democrática.

Difícilmente Colombia madurará como Nación mientras impere un periodismo que esconde la verdad. Cuando la verdad es cubierta por la mentira, se pone en riesgo el sagrado bien público. Sin verdad no hay democracia.

En artículo de nuestra autoría, titulado “El sentido del periodismo”, publicado hace algún tiempo, entre otros aspectos anotamos: “Es así, como no pocas veces el periodismo verdadero y responsable produce escozor en actores sociales que   se ven tocados por la pluma o por la voz de los periodistas. Pero no se puede pasar de agache a una serie de actos o sucesos que de alguna o de múltiples maneras, afectan negativamente a la sociedad.  Otros tienen el derecho a la indignación cuando quienes ejercen el periodismo irresponsablemente, se exceden y huyen a la verdad en los contenidos de la información, críticas o comentarios”.

Y agregamos: “La práctica del periodismo fundamentado en la ética, produce satisfacciones en un sentido espiritual, sensación que nunca se siente compensada con dinero, porque es algo que se lleva el en corazón y no en el bolsillo. Al respecto, el veterano y desaparecido periodista norteamericano, William Allen White, manifiesta que el periodista que escoge la senda recta dentro de sus actividades, de seguro encontrará muchas satisfacciones en el camino, ya que, según él, no se trata de regodear, comer y beber, viviendo y muriendo como cínico, sino que de lo que se trata es de respetarse a sí mismo. “En nuestra civilización-escribe Allen White- nadie va a morirse de inanición. Pero se puede sufrir hambre y andar andrajoso, y se puede marchar agotado y con los pies hinchados por la senda estrecha, y la satisfacción deberá provenir del respeto a uno mismo”.

El periodismo serio y responsable es muy rentable en una verdadera democracia. Como lo señalamos, debe comenzar por el respeto a sí mismo. Los principios y convicciones no se enajenan, ni se compran ni se venden.  La defensa del interés público siempre se mantiene como prioridad y no se presta a las tentaciones del demonio a las que no pueden escapar aquellos seudoperiodistas de bolsillo.

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