Entre el terrorismo y la sociedad civil

Carlos E Cañar

CARLOS E. CAÑAR SARRIA –

carlosecanar@hotmail.com

         Repudio e indignación nacional ha producido la acción terrorista que la semana pasada produjo la muerte vil de 20 cadetes, jóvenes que se preparaban como oficiales en la Escuela General Santander en la capital de la República. Contundentes muestras de solidaridad con la Policía Nacional, con los heridos y con los familiares de las víctimas.

        Según investigaciones relámpagos de la Fiscalía, el horrendo acto es atribuido al Eln, que venía adelantando un proceso de paz con el gobierno Santos y que  el presidente Duque decidiera suspender, para anunciar la ruptura del proceso  y hablar de  órdenes de captura contra líderes de esa agrupación guerrillera. El conductor del carro bomba murió en el acto, hay un detenido de apellido Carvajal como sospechoso que dice ser inocente y se está a la espera de la captura de los demás responsables del execrable crimen.

           Nutridas movilizaciones en todo el país se expresaron en rechazo del terrorismo el pasado domingo. Miles de ciudadanos, dirigentes políticos de diferentes corrientes y otros personajes  de la sociedad civil marcharon contra el terrorismo que los colombianos no están dispuestos a tolerar. Sin embargo, en las redes sociales se pudo observar hechos de intolerancia entre algunos manifestantes que desdicen de verdaderos actos de paz y reconciliación. “Te quitas esa camiseta o te pelamos”, gritaba un furibundo manifestante a un joven marchante que pedía no más guerra de Uribe y Duque.

             No obstante, al calor de la indignación y el repudio, se escuchan especulaciones, dudas e interrogantes en relación a los hechos que rodean este trágico episodio nacional;  como lo sostuvo el ministro de Defensa, habrá tiempo para continuar las investigaciones para que se aclaren las dudas. Eso se espera.

              Se escuchan voces en el sentido de que también es necesario el pronunciamiento masivo del país contra el asesinato de los líderes sociales que se ha venido suscitando con mucha preocupación en varias regiones de Colombia.

            El senador Uribe recibió no pocas críticas por su postura de espejo retrovisor al achacarle la acción terrorista al proceso de paz de Juan Manuel Santos. Se teme también un recrudecimiento de la violencia con la negativa del gobierno a continuar negociaciones con el Eln, lo mismo por el desconocimiento de los acuerdos de paz con las Farc. La Onu, no ve conveniente la ruptura de los diálogos al igual que algunos sectores de la sociedad colombiana, que si bien es cierto, que los interesados  en la paz deben dar muestras de reconciliación, en los procesos suelen presentarse situaciones que generan desconfianza y  rupturas que después se hace necesario reconsiderar.

           Lo cierto de todo esto, es que el país no está en condiciones de volver atrás, a transitar nuevamente los nefastos periodos de violencia que carcomieron la sociedad por casi seis décadas y que produjo miles de muertes y heridos, destrucción a la infraestructura nacional que no se pueden repetir.

            En Colombia hace mucha falta la construcción de tejido social que haga evidente una sociedad civil fuerte y organizada tras la búsqueda y consecución de un país enmarcado en la tolerancia, la solución política de los conflictos y el desarrollo conjunto de la sociedad. Lo que vemos actualmente es una sociedad polarizada que la pusieron a votar entre la guerra y la paz y ganó la guerra, que la pudieron  a votar si quería o no un país sin corrupción y ganó la corrupción, país sui generis.

             No deja de inquietar a muchos sectores sociales la evolución de los escándalos de corrupción en nuestro país, el caso Odebrecht, el cuestionado fiscal Néstor Humberto Martínez a quien se le viene exigiendo su renuncia, la pérdida de legitimidad de Duque y otros asuntos que han venido inquietando al país en la opinión pública y en las redes sociales.

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